2. FALSA DEMOCRACIA


Gobierno del pueblo: eso significa la palabra democracia. El poder ejercido directamente por los ciudadanos.

Cosa tan maravillosa, ni la has visto ni la verás.

Para que esto fuera así, todos deberían tener iguales oportunidades y cada ley ser sometida al refrendo popular.

En los estados modernos lo que tenemos es la llamada democracia representativa. El pueblo vota a sus representantes en un parlamento, para que tomen decisiones en su nombre. 

Nos hacen creer que esto es lo mismo, pero...

¿Tienes tú las mismas oportunidades de ejercer el poder que cualquier otro? Despierta. No estás en una democracia.

¿Se adoptan las leyes y medidas que desearía la mayoría? Despierta. No estás en una democracia.

¿Tu gobierno valora igual tu opinión que la de un banquero? Despierta. No estás en una democracia. 

Hoy todo se mide como mercancía. Alguien con más capacidad de compra tiene más opciones, mayor acceso a sanidad, justicia... Y podrá influir más en el gobierno. Es la plutocracia: el dinero manda, y ¿quién tiene el dinero?

Imbricada en corporaciones, intercambios accionariales, absorciones... una proporción muy pequeña de la humanidad controla ahora la mayor parte de la riqueza del planeta. Jamás en la historia se dio algo parecido. Ese puñado de potentados es lo que aquí llamamos Gran Capital; y siempre está hambriento.

Por selección, en esa cima de la riqueza está gente sin escrúpulos. Porque en igualdad de condiciones la empresa que no repara en usar medios poco éticos crece más que sus rivales, a las que acaba absorbiendo. El sistema premia la maldad.

Los parlamentos fueron presa fácil para este monstruo. 

¿Cómo es el juego? Quienes deben representar al pueblo se eligen de los partidos políticos... que necesitan financiarse por medio de los bancos (propiedad del Capital). 

En la campaña electoral, tendrá ventaja aquel al que cuiden los medios de comunicación (sí, también del Capital).

Los políticos saben que tras su carrera pública las multinacionales les abrirán sus puertas si son de los suyos.

En los procesos internos de cada partido para elegir candidatos ¿quiénes tendrán más medios y apoyos para subir?

El Capital tiene huevos en todas las cestas, en todos los partidos. Si alguno se le escapa aún puede sobornar, corromper, crear disidencias... Y a fin de cuentas, quien gobierne no podrá hacer otra política que la que el ‘mercado’ ordene: un país necesita préstamos e inversiones externas, o le espera la ruina.

Quienes protestan por el estado de cosas quedan así desactivados: “¿Estás contra la democracia? Estos son los legítimos representantes del pueblo. Tú también puedes votar”.

Los parlamentos seguirán con su función de guiñol, con discusiones vacías entre falsos rivales. Sin que nadie señale la verdadera cuestión: que, mientras la riqueza esté tan escandalosamente concentrada... la democracia no existe. 


No hay democracia cuando el verdadero poder es el económico y quienes lo detentan no son elegidos democráticamente.



Alberto Castillo Martínez